lunes, 17 de diciembre de 2012

CRONICA:CUANDO LLEGO A LA NELLY



Cuando llego al barrio Obrero me siento en mi salsa. Me hierve la sangre. La música me busca, me llama, se acerca a mis oídos y susurra las historias de sus calles.

Muy a las diez de la mañana, pasada de la hora que prohíbe la venta de licor, llega la vieja guardia. Escupen en una mano y la pasean por su pelo, se revisan en un ventanal, sacan el peine del bolsillo trasero, se parten el peinado y lo vuelven a guardar. Puntualmente se amontonan en la esquina de La NELLY TK y hablan de lo que pasó en la semana, hablan de política, todos quieren hablar, hablan como si no hubiera mañana; es que a esa edad, probablemente no lo hay.

Abren las puertas que desde el 78 están abriendo a los de siempre, a la misma sangre, a los viejos, a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, que ahora juegan y pasean por debajo de las mesas. Abren las puertas y ellos se abren campo con una entrada triunfal, mientras suena un paso doble de fondo que ayuda a cada cual a buscar la mesa de días anteriores, de años anteriores.

Se sientan a escuchar la misma música que ha sonado por treinta años desde el mismo Long Play que ha dado, tal vez, millones de vueltas en el mismo tornamesa. Eso es vida, Recordar es vivir.

Y ¿por qué pone esa música? Porque es lo que la gente pide, porque cuando pone un disco nuevo (entiéndase por nuevo de menos de treinta años) son pocos los que salen a bailar, es que no les trae recuerdos, no les mueve la conciencia de tiempos ya vividos. Ella misma me lo dijo, comenzó con una tiendita cruzando la calle y luego “Que Nelly, una cervecita; que Nelly, un aguardientico y a mí me daba pena, ¿sí me entiende? Luego que una de Olimpo cárdenas o de Julio Jaramillo y como yo no conocía: pues la conectamos con la gente que le consiga la música”. Van y siguen yendo sólo por eso, por la Sonora Matancera, por Bienvenido Granda, por los viejos tiempos.

Ya no se llena como anteriormente, es verdad. Los años se han llevado el ambiente y a la gente. Algunos murieron, otros ya no vuelven por alguna enfermedad. No, ya no es como antes que se abría a las seis de la mañana y a las siete ya bailaban, pegaban brinquitos desde la puerta hasta la pista buscando una pareja, a las once no cabía un alma más; a mitad de la canción se compartía la baldosa correspondiente a cada uno, que sujetado fuertemente a con quien baila, procura no perderse en el océano de gente y de sudor en el que se abre paso, el paso sonoro, el paso fino. Hoy es complicado. Eso sí, si viene un domingo a las tres no encuentra mesa, y al querido lector le advierto que, traiga o no a su pareja, no va a querer, ni va a poder descansar hasta la hora de salida.

El tiempo hizo sus cambios, estamos hablando de más de 30 años y un par de generaciones. Con la ampliación de la carrera 10 cayeron casi todos los negocios. El único que se sostuvo fue la NELLY TK. Y llegaron los clientes con palabra de apoyo por los tres metros que había perdido Nelly, sin saber del beneficio que obtendría. Fue nomás que abriera puertas otra vez para llenar de gente, aún más viva por la sed de buena música, la única música de esa, que se escucha en el sector.

Qué bueno es venir a salsiar o boleriar a donde Nelly. No me crean tan viejo. Los universitarios también se pegan la venida. Es solo llegar temprano para no dejarse coger de la noche, que aunque bella en su interior, no es muy saludable, salvo para oportunistas. Nunca hubo problemas de seguridad, Wilson se encarga de eso, y si me coge la noche, me llama el taxi, por favor; sólo una recomendación, como siempre, que el conductor sea un conocido y miles gracias, don Wilson, que nos vemos la próxima vez.

Ni qué les digo de quien pone la música, Simón es tradición. Si no mírele el recorrido: El Escondite, La Terraza, El Rodadero, Recordando el Ayer, Honka Monka, y así, una lista que podría superar los seis minutos cuarenta que dura sonido bestial de Richy Ray y Bobby Cruz, canción que piden la mayoría de jóvenes que no conocen mucho del género. Simón, Simoncito, dicen sus amigos; don Simón le digo yo. Me contó sus recuerdos de domingos, cuando los negocios no mediaban ni los gastos, cuando comenzaron a hacer las famosas Agua´e Lulo, cuando los pelados se llenaron de confianza y empezaron a llegar al mismo sitio los viernes y los sábados. Pagaban su gaseosa y nomás, bailaban toda la tarde y noche hasta las diez, poniendo discos por el lado más gastado. Simón, qué recuerdos traes a mí, de un pasado salsero el cual no conocí, muy diferente al presente, amargado y peligroso que suena hoy por este barrio. Que la NELLY me trasporta al viejo Obrero, me convierte en Vieja Guardia, en bolerista y salsero, en Rayito de Luna entre las mesas dormidas.

Y leyendas de sobra, personajes pueden haber, el problema es recordarlos. Con el tiempo se perdieron los protagonistas de esta esquina, y con ellos sus historias. Aunque quedan, si describo alguno más tendría que hacerlo con todos y no alcanzarían treinta versiones más de La Palabra para recordar a quienes fueron, por corrinche o tradición, junto a Nelly, fundadores de la NELLY TK.

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