CRONICA:CUANDO LLEGO A LA NELLY
Cuando llego al barrio Obrero me siento en mi salsa. Me
hierve la sangre. La música me busca, me llama, se acerca a mis oídos y susurra
las historias de sus calles.
Muy a las diez de la mañana, pasada de la hora que
prohíbe la venta de licor, llega la vieja guardia. Escupen en una mano y la pasean
por su pelo, se revisan en un ventanal, sacan el peine del bolsillo trasero, se
parten el peinado y lo vuelven a guardar. Puntualmente se amontonan en la esquina
de La NELLY TK y hablan de lo que pasó en la semana, hablan de política, todos
quieren hablar, hablan como si no hubiera mañana; es que a esa edad,
probablemente no lo hay.
Abren las puertas que desde el 78 están abriendo a los de
siempre, a la misma sangre, a los viejos, a sus hijos, y a los hijos de sus
hijos, que ahora juegan y pasean por debajo de las mesas. Abren las puertas y
ellos se abren campo con una entrada triunfal, mientras suena un paso doble de
fondo que ayuda a cada cual a buscar la mesa de días anteriores, de años
anteriores.
Se sientan a escuchar la misma música que ha sonado por
treinta años desde el mismo Long Play que ha dado, tal vez, millones de vueltas
en el mismo tornamesa. Eso es vida, Recordar es vivir.
Y ¿por qué pone esa música? Porque es lo que la gente
pide, porque cuando pone un disco nuevo (entiéndase por nuevo de menos de
treinta años) son pocos los que salen a bailar, es que no les trae recuerdos,
no les mueve la conciencia de tiempos ya vividos. Ella misma me lo dijo, comenzó
con una tiendita cruzando la calle y luego “Que
Nelly, una cervecita; que Nelly, un aguardientico y a mí me daba pena, ¿sí me
entiende? Luego que una de Olimpo cárdenas o de Julio Jaramillo y como yo no
conocía: pues la conectamos con la gente que le consiga la música”. Van y
siguen yendo sólo por eso, por la Sonora Matancera, por Bienvenido Granda, por
los viejos tiempos.
Ya no se llena como anteriormente, es verdad. Los años
se han llevado el ambiente y a la gente. Algunos murieron, otros ya no vuelven
por alguna enfermedad. No, ya no es como antes que se abría a las seis de la
mañana y a las siete ya bailaban, pegaban brinquitos desde la puerta hasta la
pista buscando una pareja, a las once no cabía un alma más; a mitad de la
canción se compartía la baldosa correspondiente a cada uno, que sujetado fuertemente
a con quien baila, procura no perderse en el océano de gente y de sudor en el
que se abre paso, el paso sonoro, el paso fino. Hoy es complicado. Eso sí, si
viene un domingo a las tres no encuentra mesa, y al querido lector le advierto
que, traiga o no a su pareja, no va a querer, ni va a poder descansar hasta la
hora de salida.
El tiempo hizo sus cambios, estamos hablando de más de
30 años y un par de generaciones. Con la ampliación de la carrera 10 cayeron casi
todos los negocios. El único que se sostuvo fue la NELLY TK. Y llegaron los
clientes con palabra de apoyo por los tres metros que había perdido Nelly, sin
saber del beneficio que obtendría. Fue nomás que abriera puertas otra vez para
llenar de gente, aún más viva por la sed de buena música, la única música de esa, que se escucha en el sector.
Qué bueno es venir a salsiar o boleriar a donde Nelly.
No me crean tan viejo. Los universitarios también se pegan la venida. Es solo llegar
temprano para no dejarse coger de la noche, que aunque bella en su interior, no
es muy saludable, salvo para oportunistas. Nunca hubo problemas de seguridad,
Wilson se encarga de eso, y si me coge la noche, me llama el taxi, por favor;
sólo una recomendación, como siempre, que el conductor sea un conocido y miles
gracias, don Wilson, que nos vemos la próxima vez.
Ni qué les digo de quien pone la música, Simón es
tradición. Si no mírele el recorrido: El Escondite, La Terraza, El Rodadero, Recordando
el Ayer, Honka Monka, y así, una lista que podría superar los seis minutos
cuarenta que dura sonido bestial de Richy Ray y Bobby Cruz, canción que piden
la mayoría de jóvenes que no conocen mucho del género. Simón, Simoncito, dicen
sus amigos; don Simón le digo yo. Me contó sus recuerdos de domingos, cuando
los negocios no mediaban ni los gastos, cuando comenzaron a hacer las famosas Agua´e Lulo, cuando los pelados se llenaron de confianza y
empezaron a llegar al mismo sitio los viernes y los sábados. Pagaban su gaseosa
y nomás, bailaban toda la tarde y noche hasta las diez, poniendo discos por el
lado más gastado. Simón, qué recuerdos traes a mí, de un pasado salsero el cual
no conocí, muy diferente al presente, amargado y peligroso que suena hoy por
este barrio. Que la NELLY me trasporta al viejo Obrero, me convierte en Vieja
Guardia, en bolerista y salsero, en Rayito
de Luna entre las mesas dormidas.
Y leyendas de sobra, personajes pueden haber, el
problema es recordarlos. Con el tiempo se perdieron los protagonistas de esta
esquina, y con ellos sus historias. Aunque quedan, si describo alguno más tendría
que hacerlo con todos y no alcanzarían treinta versiones más de La Palabra para recordar a quienes
fueron, por corrinche o tradición, junto a Nelly, fundadores de la NELLY TK.
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